Cuando conocimos a Bullets and Octane fue gracias al disco 'Waking Up Dead'. Dos años después poco ha cambiado en la vida de la banda. No se les ha subido la fama a la cabeza, quizás porque siguen sin tenerla, pero eso no es lo importante porque cuando escuchas las canciones sabes que se trata de un grupo cuyas pretensiones son hacértelo pasar bien mientras ellos lo pasan incluso mejor.

Habían adelantado el single “Ain’t Gonna Be Your Dog”, co-escrito con el ex-guitarrista de Buckcherry, Keith Nelson. Si tú no conocías a la banda al oír el sencillo veras que es como una canción escrita en dos partes que se entremezclan, una alegre y otra algo más calmada. Pues bien, imagínate que la parte calmada fue la que escribió Keith Nelson, y que la parte alegre es la esencia de Bullets and Octane. Esto te dará la medida de lo que encontraras en este disco.

También siguen teniendo ese hálito callejero que me hace pensar que hay algo de punk en sus canciones. La hilarante “The Devil” no puedes tomártela en serio sobretodo cuando escuchas que fue lo que el Diablo forzó a hacer a este pobre hombre. En poco más de 33 minutos los chicos disparan 10 composiciones hechas con rabia pero no con mala leche, para que la música te llene de energía mientras la letra la colma con alegría.

En estos dos años la banda realizó cinco giras europeas y una gira americana. Una de ellas pasó por Suecia con ellos de cabezas de cartel para celebrar los 20 años de la formación. Durante este tiempo la banda compuso este disco, del cual el guitarrista Felipe Rodrigo confiesa que es el disco más heavy que han escrito. 

¿Qué vas a hacer “As The Bombs Fall”? me suena como ideas locas para el confinamiento, pero es el antídoto para la aburrida “Resistiré” y es sencillamente “Rock the World” así que no tengo momento para sacar mis bocinas por la ventana unos minutos antes de las ocho y atacar la mediocridad.  Quizás estos paseos por Europa los inspiraron a escribir una pieza con aires de rock británico de los sesenta, “Addicted To Outrage”. Lo que si tengo claro que “Heaven Can Wait” parece más apegado a las influencias de Billy Idol. 

Pensando en esas influencias europeas que no se sentían tanto en el disco anterior, quizás la caótica “Chaos” aporta un aire entre circense y cabaretero mientras que “Rooftop Tears” hurga en las raíces de la canción adulta de los años setenta, mezclando un estribillo rockero con unos versos de suenan a “chanson francaise”.

Nueve canciones totalmente diferentes y una décima que a pesar de lo escuchado no deja de asombrarnos. “Lost Crazy” mantiene la similitud con el resto en cuanto al estribillo directo y enérgico, pero los versos son casi rapeados. Un cierre igualmente enérgico que el inicio, donde la pescadilla se muerde la cola creando un círculo cerrado que no es más que el mensaje que la banda seguirá igual de alocada y festiva que en los últimos veinte años.