Hoy termina la gira de Henrik Freischlader por España, con su concierto en Barcelona. El propio músico tuvo la gentileza de enviarnos su disco más reciente que es este que estamos reseñando hoy. Henrik es un guitarrista, cantante, productor y multiinstrumentista autodidacta, fundador de Cable Car Records.

Comenta el músico que se apegó a la guitarra y a este estilo musical cuando escuchó a Gary Moore. En este disco donde toca todos los instrumentos: guitarra, bajo batería, percusión, y únicamente el órgano Hammond es tocado por Moritz Fuhrhop. Su estilo guitarrístico está apegado al blues y al blues rock aunque el músico también se mueve dentro del jazz,  el soul y el funk.

Es el tipo de guitarrista disparador de dedos inquietos.  desde la primera canción, “Free”,  esto se hace sentir e incluso si alguno de los riffs de las composiciones no te atraen del todo,  tan pronto Henrik  comienza a disparar,  te quedas  boquiabierto por su capacidad de realizar solos interesantes cargados de melodía y digitación.

Las dos primeras canciones son pistas aceradas, “Free” y “Aware of Things”,  donde el músico muestra todas sus habilidades. Con “Turn Back the Clock”  reduce la velocidad para hacer una canción de corte más cincuentero, para regresar a los clichés blueseros en “Rule the World”. Las influencias de Gary Moore se notan muchísimo en una canción como “I Wanna Go”.  Su timbre vocal es muy diferente al de Gary o al de Joe Bonamassa,  aunque más cercano a este último. 

Hablábamos de su toque soul y este aparece precisamente en la canción que se titula “Lost Soul” y que me suena como si el clásico de inicio de los sesenta “Betcha by Golly Wow” de The Stylistics. A continuación otra canción que también tiene su elemento de soul, “Hall of Shame”, que, asombrosamente me recuerda a una banda como Living Colour, e igualmente “Old Life Back”, con un solo de guitarra pasado por el wah-wah.

Otro de los momentos álgidos del CD es la canción “The Question”, un blues clásico espectacular. Después de esto es difícil mantener el nivel y Henrik lo sabe, por lo que continua con una pieza algo más alegre titulada “The Given Groove”, para refrescar nuestras almas torturadas y termina con la extensa “Hands of Jesus”: trece minutos de pura melodía y sentimientos.

Lo más probable es que te hayas perdido estos conciertos.  Yo,  desafortunadamente, me los perdí,  pero la próxima vez no volverá a ocurrir porque se trata de un guitarrista espectacular de los que hace hablar a su instrumento, y lo que dice la guitarra te llega al corazón. Este es su onceno disco, ¡vaya que hay música buena en este mundo!